La palabra estrés, tiene su origen allá por el siglo XVII, asociado a la idea de “tensión” de los materiales, en el campo de la ingeniería. En el siglo XVIII, se introduce el término estrés en el ámbito de la salud, derivado del griego “stringere” que significa: provocar tensión.
Como sabes, el estrés es un trastorno que afecta a la población mundial, sin importar edad, género, estado civil, posición económica o actividad, con efectos directos en la salud de las personas.
Presenta dos valencias: Negativa (Distrés) que provoca malestar o enfermedades y Positiva (Eustrés) que actúa como un estimulante motivacional. La naturaleza negativa (distrés) o positiva (eustrés) de cualquier fuente de estrés, depende de la forma en que cada persona lo interpreta y se plantea responder, es decir que, cuando el estrés se da en un nivel adecuado: ¡Resulta beneficioso! Así pues, el estrés psicológico se relaciona con la importancia o significado que le das a lo que te está sucediendo, relacionándolo con tu salud personal.
¿Qué sucede en nuestro cerebro?
Cuando se percibe una situación estresante, la información sensorial llega a los centros que se encargan de regular las emociones (Sistema Límbico) activando la amígdala, el conjunto de neuronas encargado de interpretar el valor emocional de los estímulos. La amígdala los clasifica en tres categorías: bueno, malo y desconocido. Los estímulos “malos”, activan otras estructuras cerebrales que se encargan de regular las emociones y las respuestas asociadas a esta.
Paralelamente, las glándulas adrenales generan cortisol, hormona que viaja en el torrente sanguíneo para producir un cambio en las funciones de diferentes órganos, con el fin de aumentar los recursos que deben llegar al cerebro y al músculo para hacer frente a los estímulos estresantes, lo que acelera la frecuencia respiratoria y la cardiaca. El cortisol y los glucocorticoides, favorecen la producción de glucosa para obtener más energía y así enfrentar el peligro. Una vez que el peligro ha pasado, los niveles de cortisol y corticoides empiezan a disminuir y el organismo comienza a funcionar de manera normal.
El estrés que se mantiene por un período mayor a seis meses, ya de tipo crónico, genera un alto impacto en la salud produciendo o agravando enfermedades como: cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, gastritis, úlceras, alopesia, artritis, bulimia, anorexia, obesidad, insomnio (con un largo etcétera) y padecimientos relacionados con el sistema nervioso: trastornos de ansiedad, depresión, agotamiento laboral, tics, irritabilidad, etc. Hasta incrementar la probabilidad de consumir sustancias adictivas o estimulantes exógenos, entre otros.
La activación constante de los sistemas endocrinos encargados de la respuesta hormonal al estrés hace que las concentraciones de corticoides, cortisol y adrenalina produzcan efectos nocivos en el cerebro, lo que a largo plazo disminuye la efectividad en la modulación de esas respuestas, aumentando la vulnerabilidad a nuevos estresores que afectarán aún más el sistema, formando así un círculo vicioso.
Es simple; si piensas en positivo, tu estrés será positivo y generarás: EUSTRÉS y bienestar.
Ejercicio mental: Transforma las amenazas en retos. Afróntalas positivamente.
Objetivo: Convierte el círculo vicioso en virtuoso.